La idea de que nuestro universo podría ser una simulación.
No estoy hablando de una simulación al estilo Matrix “las máquinas se han apoderado de nuestras mentes”, me refiero a algo como el juego Conway’s Game of Life, donde todo el universo es solo una serie de bits en una increíble computadora maestra, y cada [matemática] 5 * 10 ^ {- 44} [/ matemática] segundos es solo un toque único e importante en la computadora.
Esta idea implica que nuestras mentes no son especiales. Son solo las piezas más intrincadas de la simulación autosuficientes que conocemos. También implica que en realidad existe una “realidad superior”, pero incluso si de alguna manera nos han notado los seres que crearon la computadora en la que reside nuestra simulación, ¿por qué interferirían con su simulación perfecta? Probablemente ni siquiera nos sería posible comunicarnos con ellos. Esta idea también implica que retroceder en el tiempo es imposible. Cada “tic” de la computadora depende solo del estado de la máquina justo antes del tic y (tal vez) arrojando números aleatorios. Una vez que ha pasado un momento, no hay forma de regresar y alterarlo, porque la simulación continúa sin descanso.
La implicación más importante de esta idea, sin embargo, es que la madriguera del conejo tiene un fondo. En Física, el universo solía describirse utilizando una increíble variedad de herramientas predictivas. Poco a poco nos dimos cuenta de que cada herramienta que estábamos usando era solo una pequeña parte de una herramienta más grande. Cada teoría resultó ser una pequeña parte de una teoría más importante. La mayoría de los físicos no dirán si piensan que las teorías continúan para siempre, o si hay una teoría que explica todo. Sin embargo, si nuestro universo es simulado, debe haber un solo algoritmo que lo controle. Nuestra comprensión actual de la física se reduce a solo dos teorías que explican todo: la relatividad general y la mecánica cuántica. Si descubrimos una sola “teoría de todo” que conecta estas dos teorías, podemos descubrir que es el algoritmo subyacente del universo. Si esto sucede en mi vida, me sentiré triste: por primera vez en la historia de la humanidad no nos quedará nada por descubrir, al menos en un área del conocimiento humano. Todo lo demás que conocemos serán meras aproximaciones, mejores conjeturas basadas en esa teoría fundamental.
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Mientras escribía esto, descubrí cómo podríamos descubrir que realmente estamos en una simulación. Supongamos que descubrimos la teoría de todo. Supongamos también que el algoritmo depende de números aleatorios (no es una mala suposición, considerando la naturaleza aparentemente no determinista de la mecánica cuántica). Ahora hagamos una suposición muy audaz: supongamos que, después de siglos de intensa investigación, descubrimos el algoritmo que utiliza el generador universal de números aleatorios. Supongamos que comenzamos a hacer predicciones sobre la ubicación de los electrones antes de mirarlos y resultan correctos. ¡Apenas puedo imaginar el deleite de los físicos ese día! Ahora supongamos que de repente cambia el algoritmo de generación de números aleatorios. Eso implicaría que los creadores de nuestra simulación detuvieron el universo, salvaron el estado del universo, se entrometieron un poco en el código, lo restauraron y lo reiniciaron. Sería una prueba casi definitiva de que nuestro universo es de hecho una simulación.