Ficción, definitivamente. Aunque admitiré que, para todas las clases de escritura creativa ficticia que tomé mientras asistía a la universidad, varias de mis historias cortas se inspiraron en eventos no ficticios que luego reescribí y edité ligeramente para contar historias. En muchas de mis otras historias, tomaré eventos y experiencias de la vida real y los ficcionaré para que sean más entretenidos, más suspensivos o simplemente más interesantes en general. Entonces, aunque pueda estar escribiendo algo de ficción, su inspiración le da relevancia y credibilidad para que el lector lo acepte.
También siento que hay un tipo de libertad que viene con la escritura de ficción, como lo demuestra la amplia variedad de géneros (ficción distópica, ciencia ficción, ficción fantástica, etc.), aunque esto puede hacer que la escritura sea más desafiante. Tienes la libertad de hacer cualquier cosa, ser cualquier persona, pero los desafíos están dictados por el universo en el que estableces la historia. Por ejemplo, una historia ficticia que tiene lugar en nuestra realidad todavía tiene que obedecer ciertas reglas como la física (no puedes que la gente salte de los edificios y no se caiga), la ley penal (alguien que comete un delito de alto perfil probablemente tratará de cubrir sus huellas) y la probabilidad de ser real (un niño de siete años que se convierte en multimillonario instantáneo vendiendo limonada ? No es probable), por nombrar algunos. Por supuesto, hay miles de otras historias no establecidas en nuestra realidad que no tienen que obedecer estas reglas específicamente, sino las otras creadas por los autores para garantizar un sentido de credibilidad. Si bien esto tiene el potencial de conducir a una trama (porque un autor olvidó tener en cuenta una regla), a veces es el efecto secundario inevitable de la escritura ficticia, pero a menudo nosotros, como lectores, podemos suspender nuestra creencia para pasar por alto estos defectos porque La mayoría de la historia es exitosa y agradable.
Las historias de no ficción ciertamente pueden lograr el mismo entretenimiento que una historia de ficción, pero desde el punto de vista de la escritura, el atractivo de dejar que mi imaginación tome el control de esos pocos momentos fugaces mientras mis dedos apenas pueden seguir el ritmo de un teclado es quizás el mejor escape de la realidad.