La ficción narrativa ha estado impulsada por los personajes desde, bueno, ya que ha sido la forma artística de elección, al menos en la tradición occidental. Los Antiguos vieron el conflicto: “argumento” para Aristóteles en su argumento sobre la tragedia como una forma dramática, como el elemento principal, afirmando que uno podía representar una obra sin ningún personaje, pero que ese argumento no podía ser prescindido, una verdad probada mucho más recientemente por Ray Bradbury en su cuento de 1950 “There Will Come Soft Rains”. La antigüedad tardía y la época medieval tardía nos dan breves piezas que dependen en gran medida del * tema * como elemento de enfoque. La Metamorfosis de Ovidio proporciona un compendio de ejemplos, y las obras de teatro desfiladas por las calles y caminos de la ciudad en los días sagrados funcionaban de la misma manera: breves historias con gran énfasis en “la moraleja de la historia”. Las personas de papel ocupaban esos espacios, pero eran ridículamente poco desarrolladas y altamente intercambiables; había arquetípicos: tu héroe, tu puta, tu bruja, tu doncella, tu embaucador, etc.
Con el Renacimiento italiano, vemos un cambio: Boccaccio, por ejemplo, concibe una ficción extendida en el “marco”, un dispositivo por el cual acorralar una franja de cuentos contados con frecuencia (esos cuentos de moralidad muy queridos) y tenerlos entregado a través de las bocas de personas de papel bidimensionales (personajes) que no tienen vida fuera de las tapas del tomo en ellas que deambulan por un palazzo igualmente bidimensional. Todavía están notablemente subdesarrollados, casi planos y casi intercambiables, aunque si los examina detenidamente, los cuentos que ‘ellos’ ‘eligen’ ‘contar’ son distintos en muchos casos de los cuentos contados por otros sobre sus pares, y así puede comience a sacar algunas conclusiones sobre ellos como individuos, pero si lanzara uno de ellos a Hogwarts, por ejemplo, sería muy difícil sacarla del brocado en un tapiz o la piedra en una escalera.
Sin embargo, lo que hizo Boccaccio al crear bocas ficticias para narrar esos cuentos eternos es notable por su inspiración para Chaucer y, como resultado, todas las personas de papel nacidas por los autores desde entonces. Ese grupo heterogéneo en el camino entre Southwark y Canterbury es tan único y próspero y maloliente y húmedo y molesto y divertido y erudito y estúpido e intrigante e ingenuo y astuto y sarcástico e inmodesta y brillante y despiadado y descuidado como cualquier otro grupo de treinta peeps 3D completos, jamás reunidos. En ese momento, la gente ya era fanática de la ficción narrativa, pero la novela aún no se había “inventado” y no podría haber sido sin personas de papel que, para todos los efectos, están completamente vivos una vez que el libro en el que viven es abierto y un lector los llama. Entonces, desde mi punto de vista, la ficción narrativa depende de la caracterización, y los autores realmente buenos han estado utilizando ese elemento muy, muy bien desde Geoffrey Chaucer. No mucho ha cambiado.
… oh, y por cierto, creo que estamos viviendo en este mismo momento, este momento que ha durado unos 75 años, un simple latido en el tiempo humano, en el cambio * lejos * del personaje / izatiom como el elemento principal; a algo nuevo …
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