Creo que estos son solo ejemplos de la larga y fría sombra de la carrera de ratas de educación superior.
No es sorprendente que los adultos jóvenes se sientan atraídos por las representaciones de mundos en los que los jóvenes protagonistas se enfrentan entre sí en batallas ganadoras para llevarse a la muerte, cuando eso es en lo que hemos convertido la adolescencia. Si te pasas la adolescencia temprana diciéndote que tu futuro depende de qué tan bien lo hagas en tus SAT, en acumular trofeos en deportes oscuros y en simular efectivamente la apariencia de un súper-ser social, político, atlético y artístico … bueno, no tienes problemas para identificarte con héroes jóvenes que deben emitir un flujo constante de proezas milagrosas o ser aplastados. El tono oscuro y las bases sombrías social-darwinistas de estas historias son un reflejo de cuán profundamente hemos inyectado las preocupaciones de los adultos en la adolescencia.
Las fantasías, especialmente las fantasías de poder, son un gran mecanismo de supervivencia para lidiar con la versión moderna muy estresante (y, para ser sincero, ridículamente forjada) de los adolescentes.