Cuando era niño, me golpeaban mucho. Tenía la fuerza física, pero carecía de las agallas para atacar o incluso defender un ataque. Solía volver a casa golpeado en numerosas ocasiones y mi hermana, 2 años mayor que yo, solía arreglar mis puntuaciones.
Una vez, en una situación similar, ella me contó el poder de la locura. Me gustaría compartirlo aquí. Ella dijo, cada vez que te encuentras solo entre muchos atacantes:
- elija uno de ellos que parezca más violento (siempre hay ese).
- atacarlo con toda la fuerza que tengas. Descuida a todos los demás.
- Después de destrozarlo, grita y grita sobre tu voz, moviendo las manos frenéticamente como si hubieras perdido la cabeza.
Esto, prometió, me sacará de las situaciones más difíciles.
No hace falta decir que tuve la oportunidad de aplicarlo poco después. Fue un partido de fútbol y mientras mi equipo logró un triunfo por 5-0, retomé la pelea con el jugador más popular del equipo opuesto. Publique el partido, mientras mi equipo estaba fuera para meriendas y yo estaba atando mis tachuelas, todo el equipo de oposición me rodeó. El tipo con el que tuve un conflicto verbal, me abofeteó y comenzó a llamarme por mis nombres. Todo lo que no podía pensar entonces era el consejo de mi hermana.
- ¿Cuál es el error más grande que cometiste y te causó un riesgo?
- ¿Hay algún ejemplo en la ficción (literaria o cinematográfica) donde se usó deus ex machina con efecto positivo?
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Me lancé al tipo. Primero agarré su collar. Tirando de él hacia abajo, comencé a golpear cualquier parte del cuerpo que vi. Pronto, estaba gritando y apuntándole con todas las armas.
Al ver esto, los otros miembros de su equipo, que quedaron boquiabiertos por mi repentino ataque durante unos segundos, cobraron sentido y atacaron hacia mí. Inmediatamente recuerdo la segunda parte del consejo. Comencé a agitar mis manos frenéticamente, como si fuera un zombie. Estaba gritando un poco de mierda encima de mis pulmones. Incluso mi aliento sonaba ronco y fuerte.
En cuestión de segundos, los vi a todos huir de la escena. Incluso el chico al que estaba golpeando huyó de la escena. Me levanté, sonreí y me fui a casa a contarle a mi hermana. 🙂