Tenemos este mundo de fantasía propio por el cual tomamos varios estímulos, ya sean imágenes, palabras, objetos, patrones, etc. de nuestro entorno con el fin de crear dicho mundo.
Esta es la razón por la que tendemos a que las cosas se tomen literalmente, ya que no tenemos suficiente tiempo para siquiera entender lo abstracto.
Entonces, si leemos ficción, esto solo sirve para vencer el propósito de crear este mundo interior ya que el autor ya tenía sus ideas expuestas. Esto, además de nuestro patrón cognitivo atípico, dificulta la comprensión de los estados de ánimo, los temas y los contextos.
Si bien podemos compensarlo aprendiendo a centrarnos en los aspectos filosóficos y técnicos de las obras con las que estamos tratando, esto nunca desaparece del todo.
- ¿Cuál es la cosa ficticia más rápida?
- ¿Debería tratarse la ficción especulativa con seriedad?
- ¿Qué tiene de apocalíptico la sociedad de ‘The Handmaid’s Tale’?
- ¿Por qué la ficción siempre es más interesante que la realidad?
- ¿Qué guerrero ficticio podría rivalizar con un marine espacial?
No me malinterpreten, aunque somos perfectamente capaces de sentir emociones y comprender el comportamiento humano, nuestra teoría mental subdesarrollada facilita la comprensión de conceptos más concretos. Incluso si podemos sentir un concepto abstracto, tendemos a comprenderlo de manera concreta.
Sin embargo, somos capaces de disfrutar obras de ficción siempre que sea más conductor de nuestros intereses personales y contenga conceptos más concretos. También encontramos autores y novelas, que emplean estilos de escritura novedosos y sofisticados, muy entretenidos debido a nuestra inclinación por analizar cosas como Umberto Eco.
De lo contrario, nos aburriremos fácilmente con la literatura. Ya tenemos nuestras manos llenas mentalmente hablando.