He escrito un par de poemas compuestos al azar en las primeras horas cuando mi cuerpo está cansado pero mi mente está llena de líneas poéticas que no puedo ignorar. Aquí hay una pequeña muestra del poema más largo que he escrito 🙂
Viuda del orgullo
Muy, muy lejos en los glaciares asombrados
Caminando sobre el suelo blanco y nevado
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Su vestimenta pesada y voluminosa brillaba
El orgullo de su país, que había usado.
Respirando con una cautelosa vigilia sobre su bastión estable y vivo,
Brazos aferrados a los hombros masivos,
Caminaba arriba y abajo por la región asignada.
Las olas frías y afiladas golpearon con fuerza su cara tosca;
Sin embargo, alerta permaneció él, imperturbable del rastro del viento.
Con sus ojos de águila estáticos, fijos en las tierras ilimitadas,
Eso está acunado en las manos tenaces de su país.
Sus servicios para la patria requerían de día o de noche,
En medio de montañas monstruosas donde el sol raramente brillaba,
Y siguió luchando contra los enemigos con todas sus fuerzas,
Una angustia hirviente para liberar a su patria de su penosa situación.
Ajeno al hambre, ajeno a la sed,
Sin darse cuenta de las heridas que supuran sangre, todas sangrientas y peores,
Se dedicó a su vigor interior para cruzar el muro de seguridad.
Ignorante de los graves peligros que pueden sucederle.
Cuando estaba parado allí un niño y un hombre impotente llorando
Atrapado en las garras de la mano ensangrentada del enemigo,
Una sola bala atravesó el arma de fuego sin inmutarse.
Eso se aferró a sus manos entrenadas con un encanto real.
Ese era el hombre orgulloso, hijo de la amada Madre,
Inclinándose ante quien ella lo buscaba, su pareja.
Su corazón se hinchó, incapaz de ocultar ese atisbo de orgullo.
Ser nombrado la ‘señora’ de un soldado, a lo largo y ancho.
Y un buen día aterrizó en un ataúd largo y sellado
El tricolor envuelto gentilmente anunciando su triste muerte;
El mundo lo elogió; un valiente hijo de la madre,
Quien rescató a sus tímidos hijos de esos sádicos ‘Otros’.
Magullado, golpeado, torturado, atormentado más allá del pensamiento
Sonrió a través de la agonía por la única oportunidad que le traía su vida;
Los valientes y valientes soldados fueron la única salvación.
De este país una vez próspero, ahora una nación golpeada por el terror.
La dama permaneció rígida al lado del poderoso ataúd
Albergando en su corazón los recuerdos de una vívida noche aterciopelada
Cuando su hombre se fue con la promesa de despertarse a una gloriosa mañana
Con el país regocijándose de la armonía que iba a renacer.
Ahora la nación respira en paz
Ahora su aliento ha cesado por completo
Ahora ella llora su muerte en silencio
Ahora es una viuda vestida de blanco.
Una sola lágrima en su ojo
Negarse a caer y pasar;
Su corazón rebosa de una alegría desconocida.
Haber vivido una esposa de un intrépido cipayo.
¡Gracias!