Es interesante notar la gran cantidad de arte que existía en el momento de su creación, a menudo mal entendido o vilipendiado. Del mismo modo, lo que inicialmente era accesible y popular no siempre tiene un valor duradero. Dejando a un lado otros criterios para evaluar el arte, la evasión del significado y el misterio de las obras que se niegan a revelar toda su intención son valores que hacen que valga la pena revisar o frustrar las obras de arte para aquellos que aprecian la claridad.
Cabe señalar que el uso de la ofuscación intencional no garantiza una obra de arte exitosa, por el contrario, debe verse como una invención que no tiene cabida en la realización de un buen arte. La ambigüedad es un subproducto del proceso de creación artística y no necesariamente puede ser controlada por el creador. El otro punto que vale la pena señalar es que la interpretación que el espectador aporta a cualquier discusión puede ser muy diferente de la intención del artista. Me gusta cuando un espectador ha entendido mi intención, sin embargo, no importa cuán lejos de la marca o cuán equivocada esté la audiencia en su interpretación, sus pensamientos no deben considerarse inválidos, es simplemente una parte de la fabricación y consumo de una mercancía que frecuentemente no tiene delineaciones claras. La ambigüedad es indeseable en campos como el diseño aeronáutico y la medicina, pero en el ámbito de la imaginación juega un papel poderoso.