Se puede considerar que las fresas representan a Tadzio.
Aschenbach vio la fruta en el puesto de un vendedor y comentó que tenían un aspecto enfermizo … lo mismo que había notado sobre Tadzio, cuando el joven apareció por primera vez en la escena.
La ciudad estaba en manos del cólera, y el agua contaminada era un asesino conocido. Esas fresas inmundas gritaban “mantente alejado”.
Y, sin embargo, la sed de Aschenbach era desesperada.
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Esa sed fue a la vez fisiológica y psicológica. No podía distinguir entre lo que podría apagarse con agua y lo que podría apagarse si alcanzaba al niño.
En su estado delirante, después de seguir a Tadzio, en contra de su mejor juicio, por el laberinto de callejones de Venecia en un día caluroso, buscó la fruta que sabía que no era segura.
La ciudad estaba decayendo a su alrededor. Aschenbach intentó y no pudo combatir el calor, el hedor, el brote mortal … y lo más potente de todos, el deseo que él llamó “deshonroso”.
Fue demasiado para él.
Y eso nos dio la Muerte en Venecia.