La capital de John Lanchester es un buen ejemplo de esto, un intento de destilar lo esencial de la vida moderna en un lugar particular, de la misma manera que lo hizo Emile Zola con sus novelas Rougon-Marquart. Dentro de cincuenta años, puedo ver a las personas que lo leen y suponen que es una descripción precisa de Londres a principios del siglo XXI, aunque dado que soy un chiflado, no puedo entender cuán precisos son ‘ d be.
Otro autor que escribe como si tuviera un ojo puesto en las futuras generaciones de lectores es Jonathan Coe. En realidad, es un novelista muy entretenido, pero tiene la costumbre de escribir sobre los fenómenos culturales de la actualidad proporcionando una descripción muy detallada pero sin referirse a ellos por su nombre. Cuando escribe sobre cosas del pasado, no hace esto, por lo que parece que está tratando de proteger sus novelas para el futuro.