La mayoría de las películas de estreno y novelas populares en Estados Unidos son melodramas básicos. Historias que promueven la idea de que como individuos tenemos control sobre nuestras vidas, como lo demuestra la superación de las circunstancias difíciles del héroe para el éxito final. Este es el final feliz o “final ascendente” como se dice en Hollywood.
Por otro lado, las tragedias, aunque populares en otras épocas, son mucho menos actuales. Aunque en Hollywood se los conoce como “finales negativos”, las tragedias en realidad están destinadas a ser edificantes, pero por un mecanismo dramático diferente.
Las tragedias son historias que promueven la idea de que no tenemos control sobre nuestros destinos, como lo demuestra el héroe trágico que lucha contra las circunstancias repetidamente pero no logra superarlas. El objetivo de la tragedia no es desanimar a las personas con un final negativo, sino hacer el punto más sofisticado de que debemos ganar fuerza al saber que todos estamos en el mismo bote. Que ninguno de nosotros realmente tiene control sobre nuestros destinos, pero como seres humanos luchamos contra las fuerzas omnipotentes del universo de todos modos. Nosotros “Rabia, rabia contra la muerte de la luz!”
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El objetivo del melodrama es escapista, para ayudarte a olvidar por un momento. Un “opiáceo”, por así decirlo. Y así es muy popular en nuestra era.
El objetivo de la tragedia es la catarsis. Apreciación colectiva por nuestras vidas y un recordatorio de no desperdiciarlas y seguir esforzándonos. Este punto más sofisticado enfoca la cruda realidad de nuestra impotencia y, por lo tanto, es menos popular en la narración de nuestra era.
¿Qué es el arte superior? ¿Quien lo dirá? Pero piense en esto: ¿qué películas olvida una vez que sale del cine? ¿Y qué películas te quedan?