Las palabras tienen peso.
Estamos viviendo en una era posterior a la verdad donde las emociones son altas y los que se atreven a decir la verdad son perseguidos. Nos vemos obligados a preguntarnos cada vez más: en primer lugar, cuál es la verdad (algo que no está del todo claro, sin importar de qué lado del espectro político se encuentre). En segundo lugar, ¿soy lo suficientemente valiente como para decirlo?
Me parece que hoy en día los escritores tienen la responsabilidad de volver a ser los profetas de antaño: aquellos que tienen el coraje de revelar las verdades ocultas de nuestra condición humana, revelar dónde nos estamos equivocando y cómo podemos corregirnos. . Eso es lo que puede hacer la literatura: cambiar el mundo cambiando a las personas que lo integran. Nos hace más conscientes de cómo nos engañamos a nosotros mismos, a nuestra sociedad y a los demás, y a veces puede ser tan influyente que asusta a las personas poderosas. Los libros fueron prohibidos en el pasado y ahora están prohibidos: están prohibidos porque sacan a la gente de sus moldes, haciéndolos desobedientes en lugar de obedecer sin pensar a cualquier forma de propaganda social que esté actualmente de moda.
Las grandes obras hicieron esto por su tiempo y continúan haciéndolo por el nuestro. En un mundo gobernado por twitter-speak y twitter-think, donde nadie realmente hace una pausa, realmente escucha o realmente comprende: en este mundo necesitamos un gran creador de palabras más que nunca.
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