Mi opinión personal es que un pensador político definitivamente debería tener un título. Además, esta persona debe considerar ser al menos titular de una licenciatura para contar con el reconocimiento al expresar sus opiniones sobre temas políticos.
Esto excluiría automáticamente las acusaciones de diletantismo. La ciencia política es una esfera en la que no existe una verdad objetiva, así como tampoco hay métodos exactos de evaluación, experiencia o predicción de procesos políticos. Por lo tanto, siempre existirá la pluralidad de opiniones incluso sobre los temas más “obvios”; por lo tanto, para evitar el olvido a la sombra de colegas más autorizados que especulan sobre los mismos temas, una persona sin título debe considerar obtener uno.
Vladimir Lenin, el líder de la Revolución de Octubre de 1917 había dicho (en mi opinión, irónicamente) que “cualquier lechera puede gobernar el país”. Afortunadamente (o desafortunadamente, dependiendo de sus opiniones políticas) esto no es cierto. Un pensador político debería ser un experto en cuestiones relacionadas con los gobiernos, la sociedad, la psicología de masas, la sociología, la historia política, la geopolítica y muchas otras esferas. Por lo tanto, una persona que planea convertirse en un experto también debería considerar tener una educación adecuada; de lo contrario, su análisis estaría sesgado (en la mejor variante posible) o totalmente incompetente (en el peor de los casos).
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