La clave para estas dos mujeres es que sus circunstancias y su entorno les permitieron sumergirse en ideas de libros y filósofos, lo que alimentó sus mentes y les dio paso a ambas obras de literatura que continúan teniendo un atractivo universal.
Jane Austen probablemente escribió más de 3000 cartas durante su vida, aunque solo existen unas 160. Austen estaba mejor educada que la mayoría de las mujeres de la época y tenía acceso a dos bibliotecas y disfrutaba de teatros privados. Si bien es posible que nunca entendamos completamente cómo se convirtió en la escritora que era, la lectura extensa, la escritura y la participación en dramas ayudaron a dar forma a su escritura.
Muchas de sus obras fueron reacciones a las novelas románticas de su época, su agudo ingenio distorsionó algunas de las convenciones que encontró excesivas o estúpidas. Creemos que sus esfuerzos fueron documentados en sus cartas a los miembros de la familia que podrían haber generado comentarios que dieron forma a lo que ella escribió.
No descartemos a Jane Austen, una gran observadora de la vida real cuya perspectiva era aguda e ingeniosa, que constantemente escribía y reescribía su trabajo y su padre la alentaba a contar historias y dejar que se escuchara su voz. Su trabajo perdura porque usó todos los recursos disponibles y sintetizó sus experiencias y su lectura en obras de inteligencia y madurez.
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Mary Shelley fue producto de los filósofos de la época y también se casó con un filósofo, Percy Bysshe Shelley. Una vez más, fue educada y bien leída porque su padre, que la crió solo por un tiempo, la alentó a vivir una vida literaria a través de la lectura y la escritura de cartas. Con su esposo, Mary Shelley vivió sus días buscando leer y escribir en lo que podría considerarse un círculo literario mientras viajaban por Europa, recogiendo nuevos amigos en el camino. Al igual que Austen, Mary Shelley tenía una caja de resonancia en su círculo de amigos y especialmente en su esposo. Al igual que Austen, se animó a encontrar y expresar su propia voz, lo que hizo en algo más que la novela por la que es mejor conocida. Ella continuó esta vida literaria como escritora y editora, persiguiendo y logrando un estatus duradero para las obras de su esposo a expensas de la suya.