La mejor manera en que puedo pensar en explicar esto es presentar la serie de Harry Potter como un ejemplo de buen equilibrio.
JK Rowling nos exige mucho como lectores. Ella nos presenta situaciones imposibles, enormes tragedias y enormes dilemas morales, y espera que los procesemos. Parece que no hace ningún esfuerzo por evitarnos cualquier cosa que pueda salir mal.
Sin embargo, ella no oculta nada de eso con lenguaje arcaico, trama nebulosa o mala escritura. Ella no nos deja con un sentimiento de tristeza o depresión al final de uno de sus libros. Así que ella nos cuida como lectores y al mismo tiempo no nos cuida.
Intenta pensar en cada uno de tus autores favoritos desde este ángulo. ¿Cómo te exigieron y cómo te sentiste cuidado como lector?
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Roald Dahl hace enormes exigencias a nuestra imaginación, pero siempre nos da un buen momento.
CS Lewis deja que todo vaya a la basura en una de nuestras tierras ficticias favoritas, pero se asegura de que todo salga bien al final.
JRR Tolkien nos hace caminar por montones de historia ficticia y lenguaje fascinantemente complicado, pero a su vez nos da magia.
Después de un tiempo, probablemente podrás pensar cómo quieres emularlos de tu propia manera única como escritor.