Apoyo totalmente la opinión de Alberto Yagos (como siempre) y comparto sus preferencias. Podría agregar Miguel Hernández (más aquí) pero tenga en cuenta que su poesía es más simbólica, barroca y ornamentada (y, de hecho, algunos de sus libros, como “Perito en lunas” pueden ser muy difíciles de entender incluso para un hablante nativo de español). En mi opinión, su “Elegía” (que dedicó a un amigo que había muerto recientemente) es uno de los mejores ejemplos del poder y la belleza de la lengua española:
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
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Daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
Voy de mi corazón a mis asuntos.Temprano difícil la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.Quiero minar la tierra hasta encontrarrte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.Volverás a mi huerto ya mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenerade angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Además, siempre he tenido una preferencia especial por Antonio Machado, él también es lo más parecido a un español castellano “puro”. Si entiendes español te recomiendo que leas algunos de sus poemas. Además, y en un nivel más popular, es posible que desee saber que Juan Manuel Serrat, un cantante español muy popular, publicó en 1969 un álbum que pone música a algunos de los poemas de Machado; Esta grabación es considerada una piedra angular de la música popular española.
¡Oh, publicó otra grabación agregando música a los poemas de Miguel Hernández!
**Auto retrato
Por Antonio Machado
Traducido por AZ Foreman
Mi infancia es todo recuerdo de un patio en Sevilla,
Un huerto a la luz donde los limones maduraban cada otoño,
Mi vida como joven, unos veinte años sobre Castilla,
Mi vida adulta: algunas cosas que preferiría no recordar.
Nunca he ido a Lotario ni he tocado en Don Juan en fiestas.
Es obvio por mi ropa desaliñada que no puedo.
Aún así, soporté la flecha que me dio Cupido
Y amaba tanto como la hospitalidad de las mujeres podía otorgar.
Aunque las gotas de sangre rebelde de izquierda pueden latir por todo mi cuerpo,
Mi verso ha brotado de una primavera pacífica a través de todos mis días.
Más que los buenos muchachos que siguen todas las restricciones sagradas,
Soy un buen hombre, y en el buen sentido de la frase.
Me entrego a la belleza. En la moda contemporánea
He cortado algunas rosas clásicas del jardín de Ronsard.
Pero no me encanta el maquillaje de las esteticistas modernistas
Y no se congregue con pájaros que cantan en vanguardia de alto vuelo.
Y no me gusta la balada de tenores huecos de amor
Los coros de grillos y los pájaros twitteadores que gritan en la luna.
Levanto la oreja para tratar de distinguir las voces de los ecos.
Y de las muchas voces, pero escucho la una.
Clásica o romántica, ¿quién soy yo? Quién sabe. prefiero
Dejaría mi poesía tal como un guerrero deja su espada,
Más famoso por la mano viril que lo blandió a propósito
Que apreciado por la artesanía del falsificador en su oficio.
Estoy conversando con un amigo que siempre está conmigo.
– Quien habla solo puede esperar algún día hablar con lo Divino –
Todo mi soliloquio equivale a hablar con este compañero
¿Quién compartió conmigo la clave secreta para amar a la humanidad?
Y al final, no te debo nada. Me debes por escribir.
Cuido mi trabajo con cuidado, y lo que gano lo mantengo
Para comprar el traje que me mantiene vestido, el techo que me protege,
El pan que mantiene la vida en mí, la cama en la que duermo.
Y cuando por fin llegue mi día, el día del viaje final
Cuyo barco sin retorno está listo para levantar el ancla,
Me encontrarás felizmente a bordo, un pie ligero con escaso equipaje
Y apenas vestidos bajo el sol, como los niños del mar.
**El original:
Retrato
Antonio Machado
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recuerdan no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín ha sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguirme paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? Nariz. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto ha escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y estoy al partir de la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
** La versión de Juan Manuel Serrat