Creo que es una diferencia de escala. Un símil, o una metáfora, puede ser efectivo como dispositivos descriptivos. Pero solo una metáfora lleva suficiente energía para animar un poema o libro completo.
Un símil afirma que algo es como otra cosa.
Una metáfora dice que algo es otra cosa, lo renombra, lo transforma, lo transmuta.
Me gusta pensar en términos etimológicos: la metáfora (del griego μεταφέρω) significa transferir o transportar entre ellos. El símil se deriva del latín (sustantivo neutro de similis, un adjetivo). La metáfora proviene de un verbo y Simile proviene de un sustantivo. Los verbos suelen ser más fuertes que los sustantivos en su impacto.
Creo que las metáforas tienen más efecto porque “llevan” significado, crean significados y asociaciones. Creo que los símiles son menos impactantes porque solo pueden introducir o resaltar una similitud existente.
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Los símiles operan en un nivel más sensorial; Las metáforas son “meta”, van más allá de lo sensorial a lo conceptual y abstracto. No sobresalen como símiles, pero más que “llevan” su peso.