Todo el mundo es un escenario,
Y todos los hombres y mujeres simplemente jugadores;
Tienen sus salidas y sus entradas,
Y un hombre en su tiempo juega muchas partes,
Sus actos tienen siete años. Al principio, el infante ,
Aullando y vomitando en los brazos de la enfermera.
Luego el llorón escolar , con su cartera
Y brillante cara de la mañana, arrastrándose como un caracol
De mala gana a la escuela. Y luego el amante ,
Suspirando como horno, con una balada lamentable
Hecho a la ceja de su amante. Entonces un soldado
Lleno de juramentos extraños y barbudo como el pard,
Celoso en honor, repentino y rápido en disputa,
Buscando la reputación de la burbuja
Incluso en la boca del cañón. Y luego la justicia ,
En vientre redondo y rubio con buen capón forrado,
Con ojos severos y barba de corte formal,
Lleno de sabias sierras e instancias modernas;
Y entonces él juega su parte. La sexta edad cambia
En el delgado y deslizado pantalón ,
Con gafas en la nariz y bolsa en el costado;
Su manguera juvenil, bien guardada, un mundo demasiado ancho
Por su caña encogida y su gran voz masculina,
Girando nuevamente hacia agudos infantiles, tuberías
Y silba en su sonido. Última escena de todas,
Eso pone fin a esta extraña historia llena de acontecimientos.
Es la segunda infantilidad y el mero olvido,
Sin dientes, sin ojos, sin sabor, sin todo.
—William Sjakespeare, como te gusta